Febrero es una bisagra entre el largo letargo y lo que vendrá. No hay modo de saber cómo es que llegamos a conocer el mundo, a anticipar sus eventos, sus tragedias y sus felicidades, a intentar comprenderlas y asimilarlas. Sin embargo, en el centro de La máquina de febrero hay una forma indecible del conocimiento que se articula sobre tres ejes.
Mirna cuenta con una forma invisible de saber a través del agua: así le llegan “certezas del futuro”. Julia, víctima de una separación dolorosa, acude a una máquina que encierra el vacío para encontrar respuestas. Norberto, amor de Mirna, recibe un fatídico anuncio y se entrega a los secretos de su vivero-jardín y las manchas del sol. Y modulando esos tres ejes está Lila, una presencia etérea que maneja un conocimiento por fuera del tiempo y el espacio.
No hay modo de saber realmente cómo nos comunicamos. No hay modo, tampoco, de saber cómo es que llegamos a conocer el mundo, a anticipar sus eventos, sus tragedias y sus felicidades, a intentar comprenderlas y asimilarlas. Toda comunicación, incluso las invisibles, más aún las imposibles, conforma un circuito. Febrero, el mes irreal, es aquí justamente eso. O mejor: febrero es para Mirna, Julia, Norberto y Lila la condición de posibilidad para acceder a esa forma siempre traslúcida, a veces furiosa, a veces resignada, de saber lo que va a pasar.
La máquina de febrero es una novela que arma un circuito mágico entre lo real y lo imposible, entre el amor y la espera, entre el amor y la esperanza.
Christian Kupchik
**
“La elección de febrero parece remitir entonces a la búsqueda de un escenario permeable a cierto extrañamiento o incluso una puerta de acceso a lo fantástico que, más que lo imposible, conjuga lo incierto. La vacilación impregna incluso el sistema de los protagonistas, dos parejas bastante simétricas: la de Mirna y Norberto, que se conocen en un viaje en micro de treinta horas y ven cómo fluye el vínculo hasta que llega un gran obstáculo, y la de Julia y Fernando, que deciden separarse en un viaje a las sierras, similar al del notable cuento “La tumba del famoso poeta” de Margaret Atwood.”
Juan Pablo Bertazza, Ideas. La Nación