Hoy tenía ganas de retomar una pregunta que hace rato no hago: ¿qué es lo que hace que funcionen los libros que leemos?
Pero antes, unas palabras sobre las parejas lectoras.
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La semana pasada les había asignado una pareja pero, como avisé en el grupo de Facebook, lo había armado mal y no habían quedado recíprocas. Ahora sí ya está todo bien armado, como habrán visto al comienzo del mail quienes habían solicitado que les asigne una.
Paréntesis: quienes la solicitaron tienen al principio del mail un recuadro violeta con un texto personalizado. Ahí figura el número de socio o socia de su pareja y -en caso que esa persona lo haya completado- el libro que está leyendo y por qué página va. Tienen además su mail, para que en caso que quieran puedan intercambiar mensajes entre ustedes. Si no están viendo ese recuadro es porque no me habían pedido tener una pareja lectora. En caso que quieran que les asigne una tienen que hacer clic acá.
¿Cómo funciona lo de las parejas lectoras? ¿Cuál es la dinámica? La verdad… ni la menor idea. Bueno, sí, pero quiero decir que me parece que es algo que vamos a ir viendo sobre la marcha. En todo caso les cuento qué es lo que me imagino:
-La idea es que les sirva como un incentivo para seguir leyendo, como una compañía cómplice en el club, con quienes intercambiar opiniones.
-Que no se spoileen los libros hasta no saber si la otra persona lo leyó o si no le importa que se lo cuenten.
-Lo ideal sería que estén leyendo el mismo libro pero… creo que puede ser interesante también que no estén leyendo el mismo; que si alguna de las dos personas está leyendo otro libro del club puedan intercambiar opiniones igual.
-Incluso si una de las dos no está leyendo ningún libro ese mes, puede ser un buen ejercicio escribirse. Quizás incentivan a la otra persona a que lo lea.
-Que por sobre todas las cosas se respeten (esto tendría que haber ido como primer punto pero la verdad es que tengo fe que van a hacerlo).
-Ya veremos cómo hacemos para que los datos que dejan sobre el estado de su lectura estén lo más actualizados posible (me refiero al libro que están leyendo y por qué página van). Seguramente les mande un mail los viernes para recordarles que actualicen su estado.
-Las parejas son fijas, salvo que me pidan que les asigne otra.
-En todos los casos las asigno al azar.
-Antes de pedir que les asigne otra les sugiero que se den un tiempo. Estamos viviendo momentos complicados y no viene mal tener un poco de paciencia.
-Dicho esto, estaría bueno que no dejen a la otra persona sin respuesta. Una palabra o un emoji a veces bastan para saber que del otro lado hay alguien.
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Antes de meterme en el asunto del mail no quería dejar de compartirles el link a la charla que tuve el jueves pasado con Andrea Abreu, gracias al CCEBA que la organizó. Dije charla y no entrevista porque soy muy malo para hacer preguntas, lo mío es más escribir mails. Igual yo estoy muy contento porque me parece que salió muy linda.
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Ahora sí, vamos al tema del mail. Ya lo dije otras veces, me parece un buen ejercicio preguntarse qué es lo que hace que nos gusten los libros que nos gustan. Incluso si es un libro que no les gusta. Poder identificar por qué funciona eso que leemos hace que después podamos afinar la puntería para elegir una próxima lectura.
Ahora bien, esa pregunta no deja de tener una respuesta que puede variar para cada persona. Como esto es un club de lectura me parece que está bueno compartirles qué es lo que, para mí, hace que Panza de burro sea una novela tan genial. Así ustedes ven si les resuenan las mismas cosas.
Spoiler: sí, mucho de esto lo dije el otro día en el vivo de Instagram con la autora.
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La sensación de oralidad.
Digo sensación porque lo que logra la autora es que creamos que eso que está escrito sea oralidad, cuando no deja de ser palabra escrita. Pareciera que leemos sonidos, que está escrito como se habla, pero en realidad hay un trabajo con la escritura para que no parezca lo que es. Para que también leamos con los oídos.
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La palabra hecha de gestos.
¿Cómo se construye la oralidad en la escritura? No se construye con diálogos, o mejor dicho, no solo con diálogos. Los gestos que hacen los personajes, la forma de moverse, la posición del cuerpo cuando hablan, hacen que la voz se sienta como algo auténtico.
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El paisaje como atmósfera.
Los lugares no son solo lugares. No son decorados o espacios donde se ponen los pies. Son atmósferas que se respiran. Que tienen su propio pulso. Son las calles que se caminan todos los días pero también son ese vulcán a punto de estallar.
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La literatura hecha de capas.
Una isla. Dentro de esa isla un barrio marginal. Dentro de ese barrio una amistad. Dentro de esa amistad el despertar de la sexualidad. Arriba, un cielo gris que lo cubre todo. Abajo, en algún lugar, el magma que se agita. Cuando la literatura se construye de capas basta con nombrar una para que sintamos que todas están conectadas.
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Esto que estás leyendo (tampoco) es oralidad.
Cuando creemos que Andrea Abreu es una alquimista que logra transformar la palabra escrita en sonido, nos dice que no, que todavía puede hacerse mejor, que eso que estás leyendo no es oralidad. E intercala unos capítulos sin puntuación donde la palabra escrita se vuelve todavía más sonora. Y lo que antes parecía sonido ya no sabemos lo que es, porque estamos de pronto perdidos en un vértigo que va más allá de la palabra.
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La complejidad de lo simple.
Le pasa algo parecido a quienes traducen: cuando eso que se hace se hace tan bien pareciera que es invisible. Que no hubo intermediario. Que eso que sostenemos en las manos es un pedazo del objeto real. Pero no. Detrás de lo simple se esconde un salvaje amansamiento de la complejidad.