Primer mail sobre el libro de cuentos de Julia Armfield El gran despertar. A veces, cuando voy a sentarme a escribir el mail, doy vueltas por la biblioteca de casa buscando algún libro que pueda servirme para relacionarlo con el que estamos leyendo. Es una búsqueda un poco al azar, viendo si alguna de las ideas que tengo como una nebulosa en la cabeza encuentran algún libro para ser expresadas.
Ahora, mientras escribo el mail, tengo dos libros a un costado: el Diccionario ilustrado de los monstruos de Massimo Izzi (quizás lo recuerden de este mail) y Monstruos y prodigios de Ambroise Paré, un cirujano que vivió entre el 1509 y 1590 y que, además de ser el “padre de la cirugía” escribió ese tratado, repleto de imaginaciones. Los había estado hojeando, buscando si en los prólogos e introducciones encontraba algo que pudiera dar forma a esa nebulosa que tenía después de haber leído los cuentos de Julia Armfield. Quería encontrar alguna frase que hablara sobre la necesidad que tenemos de nombrar lo monstruoso, de transformar nuestros miedos y oscuridades en entidades que están fuera de nuestros cuerpos. Pero no, no encontré nada.
Así que, dándole vueltas a la nebulosa, llegué a otra imagen que no tiene tanto que ver con lo monstruoso: la de los trucos de magia.
Pensaba que la experiencia de leer un buen cuento es la de ver un truco de magia sin que absolutamente ninguna parte de nuestro cerebro esté intentado descubrir el engaño. Una entrega total al simulacro. Una realidad más creíble que lo real.
Y acá es la parte donde debería conectar todo esto. Donde debería explicar que lo que hace Julia Armfield en El gran despertar es un acto de magia en el que nuestros miedos y soledades se vuelven monstruosamente reales. Pero no. Prefiero dejarles esta nebulosa flotando en sus cabezas.
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Les comparto una entrevista a la autora y algunas reseñas del libro:
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Recibí buenos comentarios por lo de los subrayados, así que veré de hacerlo cada tanto.
Nos vemos el domingo en la bandeja de entrada.
Abrazo
Sebastián Lidijover