Y llegamos a los dos años del club. Dos años de llenarles de mails sus bandejas de entrada cada domingo. Bueno, ahora que lo escribí así me da un poco de culpa. Arrancamos allá por octubre del 2019 con Cometierra, de Dolores Reyes. El segundo libro que leímos, Mi abandono, fue justamente de Peter Rock, el autor que estamos leyendo ahora.
Lo primero que quería decirles es que sí, ambos libros, Mi abandono y Klickitat, tienen una conexión pero no hace falta que hayan leído el primero para entender el segundo. Aunque por supuesto si lo hacen van a disfrutar de los guiños e hilos que unen a ambas historias (en nuestra web tienen los links para leer los mails que había escrito sobre Mi abandono).
Pero antes de meternos con Klickitat les recuerdo que hoy es el último día de la Feria de Editores. Si todavía no fueron, es un planazo de domingo. Acá tienen más info. Ayer fue muy lindo encontrarnos con varias lectoras y lectores del club (en el grupo de Facebook subimos algunas fotos). No deja de maravillarme todo lo que se está generando con el club. Me encanta ver la comunidad que están armando, con sus grupos de Whatsapp y los encuentros que organizan. Me pone muy contento esos vínculos que se están formando. Al final del mail les comparto un texto que escribieron Luz y Marcelo, con una historia linda que pasó hace unos días.
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Ahora sí, vamos a la novela que estamos leyendo. Para empezar, les comparto dos entrevistas que le hicieron al autor que me parecieron muy interesantes. Les dejo los links y algunos fragmentos.
—Klickitat tiene una conexión con Mi abandono, dado que Vivian y Audra las hermanas protagonistas de la historia, tienen una especial admiración por aquella niña que vivía en el bosque con su padre y buscan los rastros de su vida en el bosque, que es el mismo donde ellas se internan. ¿Cómo surgió la idea de hacer esa conexión? ¿Fue algo estratégico pensado antes de escribir el libro?
—¡Te agradezco por advertirlo! Muchos de mis libros contienen coincidencias y se entrecruzan, y esto, más que buscar un reconocimiento del lector, en realidad se debe a mi propio deseo de sentirme seguro, de sentir que mis mundos son coherentes y tienen continuidad. Uno de los modos cómo pienso la escritura es que se trata de tiempo – el período de tiempo durante el cual la luz brilla sobre la gente; y entonces resulta importante creer que estos personajes no estaban simplemente destinados a esa historia, limitados por ella, sino que siguieron viviendo e interactuando con otras y tuvieron más aventuras. Es cierto, Mi abandono y Kicklitat están hermanados, quizás como La llamada de la selva y Colmillo blanco, de Jack London. En un libro la chica salvaje llega a la civilización; en el otro las chicas civilizadas se vuelven salvajes.
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Repetís la palabra refugio.
Es una gran palabra como para pensar mucho en ella. Para mí el refugio es lo que hace posible la vida. Y estos personajes es como si dijeran: “no lo necesito”. Pero en cuanto lo abandonan, se dan cuenta de cuánto lo necesitaban. También hablo mucho y escribo mucho sobre la palabra clima y considero el clima una cosa meteorológica, pero también una cosa emocional, como una especie de zarandeo impredecible. Las atmósferas están cambiando a nuestro alrededor todo el tiempo. Así que veo a un refugio como lo que mantiene el clima a una distancia segura de ti. Que te permite respirar, que te permite mantenerte caliente, que te permite averiguar adónde vas a ir.
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Bueno, ahora llegó la hora de la confesión. Esta es la vez que más tarde estoy escribiendo el mail. Escribo “tarde” y me parece raro, porque es de día. Suelo escribir los mails la noche del sábado, pero ayer entre la visita a la FED y luego la genial cena con la gente linda del club, al llegar a casa decidí acostarme y poner la alarma a las 4:30 am para escribir el mail. Ahora son casi las siete.
Tenía ganas de relacionar la novela de Peter Rock con algo que -para variar- no tiene absolutamente nada que ver. Un documental que vi en Netflix hace unos días: Agujeros negros: Al límite del conocimiento, pero temo que mis pocas horas de sueño me impidan hacerlo bien. En realidad no sé si es tanto la falta de sueño como que no lo tengo del todo claro, es como una nebulosa abstracta en mi cabeza.
El tema es así (les advierto que esto es una interpretación muy libre y posiblemente errónea). En el documental se habla sobre la “Paradoja de la pérdida de información”. Todo lo que existe en el universo está codificado como información cuántica. Aunque se destruya, esa información sigue estando ahí. Nada se pierde. El problema está en que todo lo que entra a un agujero negro desaparece, no queda nada, su información cuántica desaparece por completo. Algo que parece que contradice los principios de la mecánica cuántica y la relatividad general.
Lo que siempre me fascinó de los agujeros negros es ese término que se utiliza para explicar el punto en el que una vez que se cruza ya no se puede volver, porque la fuerza de atracción es tan fuerte que ni la luz logra escapar: el horizonte de sucesos. Me parece un nombre fabuloso. Mismo esta frase tomada de la definición en Wikipedia, parece literatura:
La característica peculiar de esta frontera es que representa el punto de no retorno, a partir del cual no puede existir otro suceso más que caer hacia el interior.
¿Y qué tiene que ver todo esto con una novela como Klickitat? No sé (recuerden que dormí poco).
No, mentira. Sí sé, pero me cuesta ponerlo en palabras. Tiene algo que ver con el hecho de querer escapar, de cómo dejar atrás la historia de quienes somos es una forma de desaparecer, de si lo que somos realmente puede desaparecer, de las fronteras que están ahí, los puntos de no retorno, y que no sabemos en qué momentos estamos por cruzarlos.
También puede ser que en realidad necesite dormir más.
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Les dejo el texto que mandaron Luz y Marcelo:
Pasa el tiempo y el club de lectura se va conformando, también, como un espacio para construir comunidad. Nos conocemos y nos reconocemos en esto que nos une, el amor por la lectura, y nos nombramos carboneres. Empieza a observarse lo incalculable de formar red, entramar lecturas, tejer conversaciones en el día a día en las cuales nos contamos historias de ficción y otras de nuestra propia realidad.
Así conocimos en el Facebook la historia de Gabriela.
Apropiarse de los objetos de la cultura requiere del deseo puesto en relación a ese contenido, pero el acceso muchas veces se ve obstaculizado por circunstancias diversas.
Cuando leímos el mensaje de Gabriela, quisimos involucrarnos, conocer su historia y ver de qué manera podíamos ayudarla a que pudiera acceder al libro que tantas ganas tenía de leer y poder también ser parte de la lectura conjunta, más allá de las redes. Algo a lo que no todes tienen acceso. Nos pusimos la meta de poder cumplir con un derecho constitucional: la igualdad de todes, para que ella también pudiera leer y ser parte de esta comunidad virtual.
¡Y lo logramos!
En lo incalculable de formar parte de este club, con la ayuda de Sebastián y Víctor, le enviamos un ejemplar de El gran despertar, de Julia Armfield.
Esta semana lo recibió y su agradecimiento da cuenta de los efectos de una comunidad que crece y se propone darle lugar a lo inesperado.
La foto que subió con esa sonrisa y el libro en su poder nos deja con la satisfacción que nuestro grupo trascendió no solo las fronteras físicas de una nación, sino las virtuales, cosa que en la actualidad no resulta nada fácil.
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Nos vemos el domingo en la bandeja de entrada.
Abrazo
Sebastián
Lidijover